Este proyecto nace del diálogo entre la arquitectura interior y el arte. En esta vivienda, reformada con sensibilidad y carácter, se respira una profunda conexión con la música y las artes plásticas. Desde el primer momento, el espacio transmite emoción: un piano de cola preside el salón y actúa como punto de partida de una narrativa visual en la que cada rincón está pensado para inspirar y ser vivido con intensidad.
La elegancia serena del gris, presente en distintas tonalidades, crea una base neutra que enmarca los elementos artísticos y decorativos con sobriedad. Esta paleta se enriquece con texturas nobles, papeles pintados con relieve y materiales que aportan calidez y profundidad. Cada elección, desde los tejidos hasta los revestimientos, ha sido pensada para acompañar una vida creativa y contemplativa, donde la belleza está en los detalles.
Más que una reforma, esta vivienda es una composición armónica, un espacio que vibra con la personalidad de quienes lo habitan. El diseño apuesta por la sencillez estructural y la fuerza expresiva, generando ambientes envolventes, elegantes y profundamente personales. Una casa donde el arte no es un adorno, sino parte esencial de la vida cotidiana.